FRANCESCO BARACCA
Nacido el 9 de mayo de 1888 en una rica familia (su padre Henry era un hombre de negocios y terrateniente y su madre fue la condesa Paolina de Biancoli) Francesco Baracca estudió en su ciudad natal de Lugo, provincia de Rávena, para continuar en Florencia y finalmente en la Academia Militar de Módena en 1907, de donde dos años más tarde salió como subteniente de la caballería del Regio Esercito Italiano.
En 1912, fascinado por un ejercicio aéreo en el aeropuerto Roma-Centocelle, pidió el traslado a la aviación, que por entonces era parte del ejército de tierra. Se inició en una escuela de vuelo en Francia con un Nieuport 10. Pronto se distinguió por su habilidad excepcional en las técnicas acrobáticas. En 1914 fue asignado al 5º Batallón de aviadores, para pasar poco después al 6º Escuadrón. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Baracca fue enviado a París donde se entrenó para el combate de nuevo en un Nieuport 10.
Vuelve a Italia en julio de 1915, destinado en el 8ª Escuadrilla de reconocimiento y combate, equipada con Nieuport-Macchi Ni-10. Comenzó realizando vuelos de patrulla en agosto con la 2ª escuadrilla. Tras sucesivos combates sin éxito, consigue un Nieuport 11. Su primer derribo se llevó a cabo sobre Gorizia el 7 de abril de 1916: tras varios minutos de lucha derribó un avión de exploración Hansa-Brandenburg CI austrohúngaro, que tras recibir 45 disparos, se vio obligado a aterrizar y la tripulación fue hecha prisionera.
Su primera victoria fue también la primera de la aviación italiana en la guerra. Al aterrizar se encontró con uno de los dos pilotos enemigos derribados y estrechó su mano, muestra de su gallardía ante el enemigo: él solía decir que “es a la máquina a la que apunto, no al hombre”.
El 13 de mayo Baracca obtuvo otra victoria. Promovido a Capitán en junio de 1916, permaneció en el mismo escuadrón. El 28 de diciembre, logra su quinta victoria, obteniendo la calificación de as.
El 1 de mayo de 1917 es trasladado a la Squadriglia 91º, compuesta por grandes ases de la aviación italiana elegidos por el propio Baracca, como Ferrucio Ranza, Pier Ruggero Piccio o Fulco Ruffo di Calabria. La unidad se equipó con el nuevo Nieuport 17 construido en Italia por Macchi. En su avión pinta un caballo rampante, sobre el que los historiadores no se ponen de acuerdo sobre si era rojo o negro, o si procedía de su escudo de armas familiar o de la consideración que la aviación tenía en ese momento de “caballería del aire”. En este escuadrón, del que fue comandante, derribó 26 aviones enemigos.
En septiembre de 1917, con 19 victorias se convirtió en el as italiano con mayor número de derribos. Ese mes fue ascendido a Mayor. Logró otros cinco derribos más en octubre, con dos dobles en dos días.
Cuando los austrohúngaros reforzados por aviones alemanes lanzaron la ofensiva que llevó a la derrota italiana de Caporetto, la Escuadrilla 91ª fue equipada con el SPAD S-XIII. Con este nuevo avión Baracca alcanzó las treinta victorias. Tras un periodo inactivo volvió a la acción en mayo de 1918, después de que su tercera Medaglia di Argento al Valore Militare se convirtiera en medalla de oro (la máxima condecoración italiana) y derriba su último avión, un Albatros D.III con su SPAD S-XIII cerca de San Biagio di Callalta . Fue su victoria número 34.
El 19 de junio de 1918 después de una misión, Baracca, regresó a su base en Quinto di Treviso con su SPAD S-XIII con el forro de tela del ala y el fuselaje dañado, de modo que cogió un SPAD S-VII para su cuarta misión del día. Tras entrar en combate con un avión biplaza austrohúngaro, Baracca fue derribado. El piloto y el observador Max Kauer y Arnold Barwig se acreditaron la victoria, que fue en principio negada por los italianos por razones de propaganda.
Tras diversos funerales públicos y privados en los que el elogio fue pronunciado por Gabriele D'Annunzio, Francesco Baracca fue enterrado en la capilla familiar en el cementerio de Lugo.
Terminada la guerra, en 1923 la madre de Francesco Baracca ofreció a Enzo Ferrari utilizar el emblema del caballo rampante en su escudería. No está claro si Ferrari cambió el color al negro en señal de luto por los pilotos italianos muertos en la guerra (suponiendo que fuera rojo), aunque sí está claro que cambió el sentido en el que apunta la cola, y también que añadió el fondo amarillo en homenaje a su ciudad natal, Módena.