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HISTORIA DEL RELOJ DE PILOTO, PRIMERA PARTE: EL INESPERADO SANTOS DE CARTIER

¿Quién fue el inventor del avión? Depende de lo que entendamos por un avión: si pensamos que un avión es un aparato que vuela y es más pesado que el aire, entonces los hermanos Orville y Wilbur Wright fueron los primeros que en Kitty Hawk (NC) y en 1903 consiguieron la proeza.

Si un avión en cambio, es un aparato más pesado que el aire que despega de tierra por sí mismo, vuela y aterriza, entonces es el franco-brasileño Alberto Santos-Dumont quien en París en 1906 hizo el primer vuelo. La diferencia en el primer caso es que el Flyer I de los Wright voló porque fue lanzado gracias a una catapulta.

Y la diferencia por supuesto depende también de a quién preguntes: para un europeo es el vuelo de Santos-Dumont el punto de partida, mientras que para un estadounidense son los hermanos Wright los pioneros. Para las reglas que estableció en su momento la Fédération Aéronautique Internationale, es Dumont el primer hombre que voló a bordo un aparato que cumplía lo que precisamente esas reglas establecían.

Sea quien sea el inventor según el punto de vista técnico o geográfico, podemos convenir en que el primer reloj de piloto o de aviador es el que en ese momento uno u otro llevaran en el bolsillo. Eso sin contar que ya desde varias décadas antes de ambos vuelos el ser humano volaba en globo, y que los “pilotos” de esos globos llevaban un reloj. Pero tenemos que fijar un punto de partida, y para ello hablamos sólo de pilotos  de avión.

De modo que de vuelta a París, vemos que tras su exitoso vuelo de 1906, Alberto Santos-Dumont se dirigió a Maxxim’s o a otro estupendo restaurante para celebrar su logro en compañía de varios amigos. Entre ellos, el joyero y relojero Louis Cartier. El aviador le comentaría en algún momento la dificultad de consultar su reloj mientras tenía que manejar los controles del avión… et voilá, Cartier creó el primer reloj de aviador: el Cartier Santos, precisamente en homenaje a su amigo piloto.

Se trataba simplemente de un reloj de pulsera: Ya algunas décadas antes Patek Philippe fabricaba relojes similares, pero eran exclusivamente utilizados por las señoras: los caballeros utilizaban sólamente relojes de bolsillo, de modo que el Cartier Santos que Louis Cartier desarrolló junto al fabricante de mecanismos Edmond Jäger era básicamente un reloj de pulsera con correa de piel para ser consultado sin soltar las manos de los controles de vuelo del avión.

El Cartier Santos llegó a ser casi tan famoso como su portador, el aviador Alberto Santos-Dumont: la celebridad de Alberto convirtió a su Cartier a partir de 1911, año en el que salió a la venta, en un “must have” para todo aquel caballero elegante parisino (y de cualquier otro lugar) que quisiera estar a la moda en un momento en el que las novedades y la tecnología se desarrollaban a gran velocidad.

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Mientras, Santos-Dumont continuaba perfeccionando sus aparatos y realizando exhibiciones por toda Europa. Su N.19 fue en 1908 el primer avión comercializado, con bastidor de madera, fuselaje abierto y tres motores a elegir. Se entregaba en dos semanas y ya en 1909 alcanzaba los 120 km/h.

Así,  los aviones de Alberto y el reloj de Louis fueron un gran éxito que anticipaba el éxito futuro de la aviación.

Poco tiempo después comenzaron las proezas de aviadores como Louis Blériot, Henri Farman o Roland Garros. Poco después también comenzó la Primera Guerra Mundial, que tendría una importancia decisiva en el desarrollo de la aviación. Y por supuesto también en los relojes de piloto y aviador. Hablaremos ampliamente de ello en sucesivos capítulos.

Hoy día más de cien años después, el Santos de Cartier sigue comercializándose, convenientemente actualizado. Hay versiones en oro, platino, acero, cerámica o fibra de carbono.

Podemos decir que sin embargo su forma cuadrada no está ya a la moda: desde antes de la Segunda Guerra Mundial, los relojes de aviador (y la inmensa mayoría de los que no lo son) siguen la forma redonda, desde que las especificaciones del Ministerio de Armamento del III Reich estableció las especificaciones para los relojes de observador (B-Uhren), de los cuales hablaremos ampliamente  en otro capítulo.

Aún así, un Cartier es siempre un Cartier, y si bien pocos hoy en día lo relacionan con la aviación, es justo reconocer que ese reloj de aspecto clásico fue el primer reloj de piloto tal como conocemos hoy esa categoría de relojes. Si el Cartier Santos fue el primero, no tiene nada que demostrar a los que piensan que no parece un reloj de piloto: ser el primero le da ese privilegio.